Los orígenes del Prosciutto di Modena se remontan a tiempo antiguos, probablemente incluso en la Edad del Bronce. Los primeros testimonios corresponden a la época de los celtas, que introdujeron la práctica de conservar la carne con sal, y a la de los romanos, que amenizaban sus banquetes con cochino, jamones y embutidos.
Los soldados romanos partían a sus larguísimas campañas con cantidades significativas de cerdo salado y jamones que provenían de la próspera llanura del Po.
«En silencio, cuando el susurro del viento hace cantar el follaje y su sonido acompaña a la corriente, el pensamiento sublime regresa a ti, dulce sabor del tiempo que pasa»